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El arte que no tiene edad

Pepe March no entra dentro de los cánones convencionales de la vejez. Ha aprovechado la jubilación para retornar al teatro. Desde que tenía nueve años, estuvo entre bastidores en la Falla Plaza de Patraix. Cuando a los 56 le concedieron la minusvalía, decidió que ese era su momento de volver, después de veinticinco años parado.

"No es la actividad en sí misma la que produce beneficios. Hay que enfatizar que lo que estés haciendo te guste", señala Emilia Serra, codirectora del Máster de Psicogerontología de la UV. Por eso Pepe huyó de las programadas para su grupo de edad y se buscó cada curso de interpretación que quería hacer.

Siempre ha sido el más mayor de los talleres en los que se ha inscrito. No le ha importado. La gente joven prejuzga a la gente mayor, pero en el momento que tratas con ellos se les va. En el Teatro Escalante les demostré que podía hacer lo mismo y eso les cambió la perspectiva”, explica Pepe. Pudo con todos los ejercicios de expresión corporal que Fabrizio Meschini, el director, les enseñaba, pese a su neuropatía periférica en los pies, el azúcar, el colesterol y los triglicéridos.

Este año se ha apuntado a un taller de montaje de la Sala Russafa. Ensaya martes y jueves con personas de distintas edades: desde 22 años hasta más de 40. El grupo participará en la V edición del Festival de Talleres de Teatro Clásico con “Un enemigo del pueblo”, de Henrik Ibsen.

Pepe March antes de entrar al ensayo /BLANCA APARISI GALÁN.

Iria Márquez, actriz de la compañía valenciana Arden, ha dirigido a Pepe en el taller de Russafa. “Ha aportado firmeza, constancia, estabilidad, capacidad de superarse a sí mismo….”. Cree que su compromiso, junto con las experiencias de vida que ha acumulado, lo convierten en un actor perfecto, capaz de empatizar mejor con el mundo del personaje que construye. Mientras se tenga capacidad retentiva, el teatro es un arte que no tiene edad.

Con todo, Pepe no se considera una excepción. “Hay gente mayor que hace muchas más cosas que yo”, asegura. Cada vez más casos anecdóticos como el de Pepe, que se miraban con gesto extraño, se están transformando en la norma.

Iria Márquez dando instrucciones al grupo del taller/ BLANCA APARISI GALÁN.

Después del estreno, Pepe se quiere a apuntar a un curso de escritura. “Me apetece contar mi historia para que la gente que ahora vive la homosexualidad con normalidad viera todo el proceso que hemos pasado”. Empezó a ser feliz cuando supo aceptarse.

 

 

La vejez plantea un reto parecido. Han de ser asumidos los cambios físicos y aprender a amarse así. Si no, pueden caer en una depresión geriátrica o en el exceso de medicación. Un 16% de las personas de más de 65 años utiliza ansiolíticos o hipnóticos, según un estudio presentado en 2013 en el Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.

El grupo del taller de montaje casi al completo/ BLANCA APARISI GALÁN.

© 2016. Blanca Aparisi Galán

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